La nueva sensación de la mensajeria se llama
Telegram, que suma 200.000 usuarios al día
Los hermanos Nikolai y Pavel Durov podrían haberse tirado el pisto y echar mano del tópico de películas de espías avisando al usuario de que el mensaje que acaba de recibir se autodestruirá en los próximos segundos. Sin embargo, los creadores de Telegram han eludido el cliché y el chiste fácil en su plataforma de mensajería instantánea, que enarbolando la bandera de la privacidad y la seguridad, se ha destapado como uno de los grandes fenómenos de las aplicaciones móviles en España en los últimos días. El blog ALT1040 informaba esta semana de que el programa había debutado en su versión en castellano sumando a un generoso ritmo de 150.000 nuevos fieles al día, unos guarismos que fueron matizados por los responsables de la marca, que añadieron al promedio diario de reclutamiento otros 50.000 usuarios. Una cuenta que supone, de lunes a viernes, un millón de descargas.
Telegram parece dispuesto a plantar cara al casi omnipresente Whatsapp, que se ha instalado en el día a día de cientos de millones de personas. Para ello, los dos jóvenes emprendedores rusos que están detrás de esta 'app' han centrado sus esfuerzos competitivos en la seguridad de la aplicación, uno de los puntos flacos de los que ahora son sus rivales.
En medio de la tormenta desatada por la campaña de vigilancia digital organizada por la NSA -que llegó a utilizar para estos fines Angry Birds-, el clan de los Durov ofrece en su plataforma una opción realmente interesante, la de los chats privados. Al elegir esta opción, los mensajes se destruyen en un intervalo de tiempo escogido por el remitente (la cuenta atrás arranca cuando el destinatario lo lee) y los comentarios o archivos no se pueden reenviar. Además, estas conversaciones están cifradas y no dejan huella alguna en los servidores que se utilizan por la compañía.
Confían tanto en esta baza que una de las imágenes promocionales que andan enseñando por Internet es una conversación en la que Julian Assange, fundador de Wikileaks; Edward Snowden, extécnico de la NSA que destapó la campaña de espionaje de EE UU; y Shasha Grey, protagonista de la novela 'Cincuenta sombras de Grey'; intentando organizar su fin de semana. Por si esto fuera poco reclamo, los emprendedores del país caucásico retan a cualquiera a que encuentre un fallo de seguridad, al que recompensarán con 200.000 dólares en bitcoins.
"Reconquistando nuestro derecho a la privacidad", reza el eslogan que acompaña al avión de papel que identifica Telegram. El único lunar en este aspecto, es que no permite quitar la hora de última conexión, un detalle que a más de uno le ha costado un dolor de cabeza y varias explicaciones adicionales.
Cualquiera que se lo instale no tardará en darse cuenta de que el aspecto, la organización y el diseño recuerda -y mucho- al de Whatsapp, aunque sus creadores hayan optado por una gama cromática más parecida a la de Facebook para marcar diferencias. Para intentar arañar gregarios a su principal competidor, prometen que el servicio será un terreno vetado para cuotas o anuncios de por vida. "Creemos en una mensajería rápida y segura que también es 100% gratis. Por lo tanto Telegram no es un proyecto comercial. No tiene la intención de vender anuncios, traer ingresos o inversión exterior", aseguran en su página web.
Archivos de un giga y grupos de hasta 200 personas
Otra de las cosas que más ha llamado la atención de este servicio que se lanzó en agosto de 2013 es la multitud de archivos que deja enviar. Además de las tradicionales fotos, audios o vídeos, los usuarios pueden enviar documentos de word, PDF o carpetas comprimidas. Y nada de preocuparse por el tamaño, que permite enviar cualquier cosa que pese menos de un giga. Está disponible tanto para Android como para iOS, y también es compatible con las tabletas de estos sistemas así como el iPod.
Telegram permite crear grupos con hasta 200 personas, aunque más de uno se lo pensará teniendo en cuenta que muchas conversaciones para organizar la salida del sábado por la noche con ocho o diez participantes acaban convirtiéndose en un desgobierno en el que alguno siempre termina de mala leche y silenciando las alertas de este debate.
Vía| ABC Tecnología.es